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DESDE AQUÍ HASTA AHORA

Nuestros Demonios y Otras Verdades.

Actualizado: 22 may 2021

¿Dónde se ocultan nuestros demonios?

Quizá creas que no hay demonios en ti, quizá seas la buena de la película y el héroe de la trama…

¿Será eso cierto?


Será que de verdad eres tan buena madre, o tan excelente padre; será cierto lo de la intachable mujer y el correcto marido. Será que en realidad eres el empleado del año no reconocido o la hija modelo que nadie valora.

¿Será?


Te aclaro, no soy yo quien lo pregunta; en realidad eres tú preguntándole a tu Yo-Mismo.


Soy yo, cuestionando al mío.


¡Calla tu mente!

No permitas que inicie con justificaciones e historias; no escuches todas las razones por las que puedes sostener tu mentira...


¿Cuál mentira?

La que te cuentas para alimentar la creencia de que tienes todo el derecho de juzgar y condenar a tu padre, a tu madre, al vecino, a la del escritorio de al lado, a tu pareja, hijos, hermanas, y a todos aquellos que actúan de forma contraria a tus creencias y expectativas.


¿Realmente estás en posibilidad de calificarles? ¿De castigarles?


Haz un poco de silencio, escucha a tu Yo-Mismo.


“Reconoce” a quiénes en tu vida enjuicias de una forma exageradamente emocional.

 

Elige a alguien, a un ser humano que tengas la oportunidad de perdonar para poder liberarte; que tengas la ocasión de liberar para poder perdonarte. ¿Ya lo tienes?


¡Anótalo! Mantenlo en mente e identifica concretamente la razón de tu enojo.

 

¡No puedo perdonar la infidelidad de mi pareja! ¡Me es imposible tolerar que mi padre me haya juzgado! ¡Jamás aceptaré que mi madre me haya fallado! ¡Él me robó! ¡Ella me mintió! ¡Todos me lastimaron! ¡Nadie valoró mi esfuerzo! ¡Defraudaron mi confianza! ¡Perdió mi respeto! ¡No merece mi cariño! ¡Yo lo hice bien! ¡Yo estoy en lo correcto!

¿Será?


Quizá estas frases te provoquen incomodidad, quizá enojo o tristeza.

Sostenlas, permítete vivirlas, date permiso de sentirlas.


¿Quieres avanzar? ¿Quieres dejar de repetir las mismas historias? ¿Dejar de sufrir? ¡Se valiente! ¡Atraviesa tu dolor!


Todo lo que juzgamos de forma desmedida, todo lo que nos provoca una emoción exacerbada, todo lo que se nos repite una y otra vez; no es un castigo, es una oportunidad.

Es una circunstancia que nos ayuda a ver algo de nosotros mismos que nos negamos a “reconocer”.


¿Has notado que siempre que uso la palabra “reconocer” la señalo enfáticamente?

Esto es porque su significado es realmente importante. Se refiere a “Conocer de nuevo”, a “volver a saber”.


Tu Yo-Mismo, esa parte más elevada de ti, siempre sabe.

Sabe que lo que ves en el otro, tiene más que ver contigo que con él o ella. Tiene la certeza de que las situaciones conflictivas de tu vida no son casualidad y que deben tener su origen en tu propio ser.

Es algo que sabes, algo que ya conoces; sólo necesitas “reconocerlo”.

 

¿Qué no puedes aceptar haber hecho? ¿Qué niegas haber dicho? ¿Qué ocultas haber permitido? ¿Qué emociones y sentimientos reprimes? ¿Qué pensamientos escondes? ¿Qué partes de ti finges que no existen?


Quizá sea duro contestar estas preguntas, pero la paz que buscas está del otro lado, está justo después de atravesar el miedo a responderte.

 

Tu ambiente familiar, social y laboral, son producto de tu propia relación contigo.

Tu incapacidad de perdonar a la gente que está a tu alrededor, es sólo un reflejo de tu propio juicio hacia ti mismo...

Y toda la energía que inviertes en castigar a otros,

es energía que te robas para Vivir de Verdad.

 

¡No puedo perdonar la infidelidad de mi pareja!

¡Reconoce que también fuiste infiel!

Quizá en otra relación, quizá en esta misma. Tal vez fuiste infiel a tus propias creencias.

¿Cuántas veces dijiste sí queriendo decir no?

¿Cuántas veces permitiste un trato que sabías que no merecías?

¿Cuántas veces accediste con la intención de manipular a tu pareja?



¡Me es imposible tolerar que mi padre me haya juzgado!

¿No lo juzgaste tú también?

Con honestidad, ¿Cuántas veces te sentiste con el derecho de maltratarlo por sus acciones?

¿Cuántas veces lo castigaste con tu indiferencia?

¿Cuántas veces con tus comentarios hirientes?



¡Jamás aceptaré que mi madre me haya fallado!

¿Y no le fallaste tú? ¿Acaso jamás te equivocaste?

¿Nunca padeció por un error cometido por ti?



 

¿A quién robaste? ¿A quién mentiste? ¿A quién lastimaste? ¿Acaso no has dejado de valorar el esfuerzo que alguien hizo por ti? ¿Acaso no has defraudado su confianza? ¿No has actuado de forma irrespetuosa? ¿No has desilusionado a alguien que te mostró su afecto?


¡Ten el valor de responderte!

¿De verdad lo hiciste bien? ¿Ciertamente estás en lo correcto? ¡Respira! ¡Respira profundamente y regálate unos segundos de silencio!

¡Aquí está el oro!


¿Quieres saber dónde se esconden tus demonios?

La verdad es que sólo tú lo sabes.


Pero de corazón te digo, que si tu aceptación hacia ti mismo se basa en fingir que tus demonios no existen, entonces no te aceptas realmente; y si es así, entonces no te amas. Y si es así, entonces seguirás castigándote a través de los demás.

Te lastimarás utilizando a las personas a tu alrededor, te dañarás atrayendo situaciones de desgracia y enfermedad.

 

Si nuestro amor por nosotros mismos se cimienta en que negamos partes de nosotros, entonces no nos amamos en realidad.


El amor empieza por la aceptación de lo que es, no de lo que nos gustaría que fuera.


Si negamos lo que sentimos, lo que pensamos, lo que hicimos, lo que permitimos; incluso lo que deseamos, para vivir "en plenitud" nuestro presente; entonces vivimos una mentira.


Para amarnos, y me refiero al verdadero amor, requerimos aceptarnos y para eso necesitamos conocernos. Nuestros miedos más profundos, nuestras debilidades más escondidas, nuestras fantasías más sublimes, nuestras potencialidades.


Negar lo que fuimos es negar lo que somos, y además es una sentencia para seguir siendo esencialmente iguales.


La sombra es parte de la luz, es su complemento, no su opuesto. Tus demonios son parte de ti; y si los traes a la luz, si los sacas de la oscuridad, podrás verlos. Y podrás transformarlos.

No pelees con ellos; a mayor fuerza, mayor resistencia.

¡Deseo de corazón que decidas empezar a disfrutar tu vida Desde Aquí Hasta Ahora!



Te dejo un abrazo afectuoso y mi deseo de haber logrado que te cuestiones, y que escuches a tu Yo-Mismo.



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